Dolor periarticular en pie y distrofia simpática refleja.

18.02.2020

Paciente de 50 años de edad, acude a la clínica por dolor persistente e incapacitante. En el año 2000 tuvo una fractura inestable del maléolo interno, por lo que tuvo que ser sometida a una reducción abierta y fijación interna (RAFI). Se trata de un tipo de cirugía donde hay que fijar la articulación con tornillo y placas por la gravedad de la fractura. El dolor suele aparecer al año de la operación. La paciente fue intervenida quirúrgicamente en 2001 y 2003. Tras la 3º operación la paciente pudo hacer vida normal sin sufrir episodios de dolor. En el año 2005 el dolor reapareció pero no era el mismo que sentía la paciente antes de las últimas operaciones. Tras varias visitas en diferentes especialistas e innumerables pruebas complementarias la paciente recibió su diagnóstico: El dolor era causado por un síndrome simpático reflejo. 

Antecedentes personales: Hipertensión. Diabetes tipo II.

Posibles campos interferentes: Área plexo útero- vaginal por dos abortos en 1990 y una operación de histerectomía en 1995. Extracción de las 4 muelas del juicio y cicatriz de la cirugía en pie derecho.

Sesión 1 (7/01/2020): La paciente refiere mucho dolor en el pie derecho y anda con dificultad. Lo que más le asusta son los dolores nocturnos, los cuales le provocan problemas para conciliar el sueño. Tratamos el área suprapubica (plexo útero-vaginal) con terapia neural. Tras la aplicación de procaína diluida al 0,37% la paciente refiere un descanso en la zona del pie, sin embargo el dolor no cesa. Tratamos la cicatriz de la histerectomía y el alivio es más acentuado. Tratamos también la cicatriz del pie, debido al dolor tan fuerte que la paciente siente al tacto en esta zona, aplicamos un spray en frío (hielo sintético) para que sea menos doloroso. Tras infiltrar la cicatriz en dirección distal del maleo a proximal, la paciente nos comunica que el dolor se ha reducido un 40%.

Sesión 2: (14/01/2020): La paciente nos comunica que el dolor se ha reducido y puede dormir mejor, pero ha de seguir tomando AINES cuando presenta episodios de dolor intenso. En esta ocasión, repetimos el abordaje de la sesión 1, obteniendo una mejora muy importante. 

Sesión 3: (21/01/2020): La paciente ha mejorado en un 70% por lo que dejó paulatinamente su medicación. En esta sesión sólo tratamos la cicatriz del tobillo. 

A fecha 14/02/2020 el dolor de la paciente ha disminuido un 90% por lo que seguiremos su evolución

Nota: Escrita por el Dr. Pablo Koval, médico especialista en Terapia Neural. (Argentina).

Puede crear una cicatriz "interferencias" en tu cuerpo?

La cicatriz es una marca indeleble que aparece en nuestra piel. ¿Quién no tiene alguna en su cuerpo? La medicina se ha ocupado de ellas a lo largo de su historia, porque de algún modo representan la resolución de un conflicto del organismo. La piel es nuestro límite con el exterior, es el órgano que marca la frontera entre lo interno (que forma parte de nosotros) y lo externo (lo que nos es ajeno). La piel nos delimita como organismos y es el órgano que nos protege, nos contiene y nos permite el intercambio con el medio exterior.

¿Una vez cicatrizado el tejido damos por "curado" al organismo?

Tradicionalmente así ha sido. Transitadas las tres etapas: inflamatoria, proliferativa y de remodelación, la medicina da por finalizado el proceso. Se considera que el proceso de cicatrización se ha completado de forma normal cuando la cicatriz se convierte en una línea blanca, flexible, indolora, sin adherencias con el tejido subyacente, a partir de ese momento la cicatriz se ha considerado tradicionalmente un problema estético.

¿Eso es todo?

La tendencia actual nos indica que no. Parece que la medicina empieza a prestar más atención a nuestras viejas cicatrices. Esas grandes olvidadas empiezan a cobrar protagonismo. Los médicos se preguntan... Esa piel retorcida, engrosada...

¿Puede crear interferencias en el organismo?

Desde algunas disciplinas como la terapia neural se cree que sí. Uno de los primeros en prestar atención al fenómeno fue el Dr. Leriche en 1940 y desde entonces sabemos que una cicatriz puede generar problemas en otras zonas corporales alejadas físicamente de ellas.

¿Por qué?

El proceso de cicatrización está regulado por el sistema neuro-vásculo-vegetativo. Cualquier herida en el cuerpo humano cicatriza a través del tejido conectivoa expensas de los fibroblastos (su célula principal). Y es el tejido conectivo el que mantiene "comunicadas" a todas las partes y funciones del cuerpo.
Es decir, se cree que la cicatriz puede estar originando una "interferencia" en la información que circula por el organismo, de forma que puede llegar a dificultar el correcto funcionamiento de otras zonas corporales que a priori, no creíamos relacionadas con ella.
El sistema nervioso es un integrador de todos los órganos y tejidos y cualquier "irritación" o interferencia puntual interfiere sobre su totalidad. Es decir, que una cicatriz puede convertirse en un foco irritativo y estar creando "desequilibrio" y otras dolencias más difusas (dolores en otras zonas del cuerpo, mal funcionamiento de algunos órganos, etc.) que se resisten a tratamientos.

¿Qué disciplina se ocupa de estas "cicatrices tóxicas"?

Algunos expertos en la llamada terapia neural. ¿Qué buscan? Aportar al organismo mecanismos que le ayuden a recuperar su capacidad de auto-reparación-regeneración. Se busca actuar sobre el sistema neurovegetativo para que éste recupere su buen funcionamiento y equilibrio.

¿Cómo lo hace? Una de las formas más habituales es realizar pequeñas inyecciones de procaína muy diluida al 0.3% con suero fisiológico sobre la cicatriz. La procaína tan diluida no tiene efecto anestésico, pero si propiedades electroquímicas que permite crear impulsos reactivos locales suficientes para estimular al sistema neurovegetativo. Es decir, se trata de "activar" la zona cicatrizada, es como un recordatorio, como "despertar" la memoria celular del cuerpo sobre esa zona olvidada para que el sistema ponga de nuevo a trabajar de forma correcta su proceso de reorganización corporal.

Desde hace un tiempo uno de los métodos más ampliamente utilizado para minimizar la apariencia de las cicatrices, tanto hipertroficas como queloideas, son las infiltraciones. Actualmente se realizan con procaína inyectada, siendo el nuevo sustituto de los esteroides, sin los efectos nocivos de éstos. Actualmento los especialistas del gremio nos enfocamos en tratar de evitar la mala cicatrización, enfocándonos en el postoperatorio en el uso de productos de uso tópico e inclusive tratamiento profiláctico con la aplicación de procaína para así evitar la aparición de las cicatrices no deseadas.